Por Japhet Alcocer
Desde hace unos días quería abordar el tema de la llegada del ex mandatario de Bolivia, Evo Morales, a tierras mexicanas, y no precisamente en relación a las implicaciones políticas e internacionales que tiene y tendrá para el país dicho recibimiento. Ese análisis se lo dejo a expertos en política exterior.
A lo que quiero abocarme es en el hecho de cómo el asilo de Evo Morales despertó de nueva cuenta la polarización y prejuicios en los que los mexicanos últimamente hemos estado inmersos.
Y me refiero a que con la llegada de Evo Morales pareciera que la sociedad sólo contó con dos opciones tan contrastadas: ¿O estás a favor o en contra del asilo?, lo que también pudiera traducirse en ¿estás con la 4T o en contra de la 4T?, ¿blanco o negro? Así de simple, sin matices ni escala de grises. Lo cual debemos reflexionar seriamente.
Por otra parte, esta polarización encontró en las redes sociales el escenario perfecto para exponer dichas ideas en el debate público. Desde antes de la llegada de Evo Morales al país, las opiniones, especialmente en Twitter, Facebook y WhatsApp, se convirtieron en verdaderos campos de batalla, sobre si era correcto o no brindarle el asilo.
El detalle es que más allá de las ideologías políticas que cada individuo tiene derecho a profesar, el uso de las redes sociales también implica una responsabilidad, para lo cual, sinceramente, no todos están preparados, el hecho de que alguien no comparta el mismo pensamiento, no significa que deba ser objeto de ataques, por el contrario, es en el debate y la exposición de ideas donde se enriquecen los puntos de vista.
No hay duda de que, para algunos, el asilo a Evo Morales es inaceptable, porque para ellos representa a un dictador que pretendió perpetuarse en el poder, además de ser el artífice principal del pasado fraude electoral en Bolivia, sin embargo, para otros Evo Morales es un indígena ejemplar que logró llegar al poder con esfuerzo y, que gracias a él, la economía de Bolivia mejoró de gran manera. Estimado lector, lo cierto es que Evo Morales representa a ambos personajes.
El problema es que cuando hablamos de Evo, salen a relucir ciertas ideologías políticas, en ocasiones muy inclinadas a la derecha o muy a la izquierda, lo cual no permite dar la oportunidad a un análisis más abierto. Y es que los extremos nunca son buenos, Evo tiene sus aciertos, pero también sus errores. Por eso, mejor ni Evolatría ni Evofobia.
Por cierto, éste y otros acontecimientos han permitido al canciller mexicano Marcelo Ebrard tener un protagonismo que puede dar sorpresas, sé que es muy temprano para destapes, pero por favor no lo perdamos de vista.
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