Montones de metáforas conmemoran 30 años del fallecimiento del post literario mexicano; en su poesía destaca la importancia de la palabra como objeto y el uso de formas tipográficas y su distribución en la página
La Razón
Actualmente, Ulises Carrión se ha vuelto un artista de culto y su trabajo es expuesto en recintos de arte contemporáneo como el Museo Jumex. Sin embargo, gran parte de su producción post literaria permaneció en Europa, donde murió hace 30 años. Montones de metáforas es un libro que no concluyó, pero que ahora es publicado por la editorial independiente Malpaís Ediciones. Esto gracias a una colaboración que entabló con el escritor Heriberto Yépez, quien se ha encargado de rescatar su trabajo y de traerlo a su tierra natal. “Carrión dijo: ‘voy a dejar la literatura lineal’, y en Ámsterdam se convirtió en un escritor más plástico y visual; por ello se autonombró un escritor post literario. Yépez, quien prologa el libro, quedó encantado con la propuesta estética y editorial de nosotros, y decidió que sería el lugar adecuado para lanzar una obra del post literato”, externó a La Razón Iván Cruz Osorio, editor de Malpaís.
El libro es en sí una experiencia estética: es un cuadernillo con el cocido expuesto y que es sujetado mediante una banda rosa mexicano brillante; está impreso en tinta azul y ninguna de sus páginas se parece a la otra: algunas están repletas de palabras de distintos tamaños y configuraciones en el espacio, otras se asemejan a entradas de algún diccionario bizarro y una simplemente tiene escrito un “-Sí” en una dimensión titánica. “Teníamos bien asumido el manifiesto de Carrión, El arte nuevo de hacer libros. Él antes que nada se asumía como editor; queríamos entrar a su juego y por ello se diseñó así como un cuadernillo con el cocido expuesto y faja. Acordamos utilizar una tipografía poco usada en el idioma español, la cual resalta mucho el puntillismo, y que resulta en una guía visual dentro del mismo texto. Todo se basa en la idea que él tenía de que cada página tenía que ser distinta”, señaló Cruz Osorio.
Carrión utilizó la página en blanco como una especie de lienzo en el que iba a colocando cada palabra y verso de formas distintas, mediante el empleo de diferentes tipos de tipografías y tamaños; elegía incluso algunas que el espectador no es capaz de leer, pues su intención era conseguir observadores más que lectores. Los poemas que contiene son “metaliterarios”: en ellos importa más la intencionalidad que la palabra misma: “uno de ellos versa: ‘Poder de convencimiento: no, no, no, no, no. Sí’. Parecería que está dentro del concretismo brasileño, y sí, pero también se burla de él. El libro toma estos escenarios muy serios y los descascara con humor negro y cinismo; otro ejemplo de ello es poema ‘Examen’, que en una parte dice: ‘Ulises Carrión me está haciendo perder el tiempo y yo soy un idiota por permitirlo”.
“Es un autor en cuya mayoría de sus textos se tornan experimentos visuales, y se vuelve post literario porque la literatura ya no es lo más importante, sino que lo es la totalidad del objeto: en su manifiesto dice que en un libro del arte nuevo las palabras no transmiten una intención, sirven sólo para formar un texto, el cual es un elemento del libro, y éste en su totalidad, es el que transmite la intención del autor”, concluyó.