Kelly Bandala
Hace muchos años, antes de la llegada de los conquistadores a Puebla, en Zacatlán vivía una mujer de gran belleza.
Cuenta la leyenda que esta mujer sufría muy seguido pues su amado había partido a la guerra para ayudar a Nezahualcóyotl a recuperar el reino de Azcapotzalco.
Todas las tardes la hermosa mujer recordaba aquel día en que tuvo que despedirse del amor de su vida con lágrimas y palabras tristes pero lo que más le dolía era no haber podido impedir su partida pues los hombres valientes no tenían opciones en tiempos de guerra.
Con el paso del tiempo, los hermosos ojos cafés de la mujer se volvieron tristes y sus pasos solo tenían fuerza para recorrer una y otra vez aquel camino que la llevaba al balcón donde se citaba con su amado.

Una mañana en la plaza se suscitaba un alboroto y a los oídos de la doncella llegó el rumor de que este era gracias a que los guerreros habían regresado. Corrió a la plaza en busca del hombre que había extrañado tanto pero lamentablemente ningún guerrero era él; un enorme dolor le invadió cuando alguien le hizo saber que su amado había muerto.
La doncella pasó días enteros llorando aquella partida pero una tarde de invierno se cansó, invocó a los Dioses y les ofreció su vida; sin pensar nada más, se arrojó a un barranco desde el balcón donde tenían lugar sus citas. Lo más extraño de este terrible suceso fue que, al día siguiente, el barranco estaba cubierto por neblina la cual se extendió poco a poco en todo Zacatlán.
Desde aquel día, todos los que fueron testigos de la lamentable historia supieron que aquel imponente mar de neblina no podía ser más que el espíritu de la mujer tan hermosa.