Por: Martín Pérez Castillo
La inflación en la Ciudad de Puebla cedió en Junio 2023 con una variación técnicamente de cero en junio pasado, para quedar en 4.6 por ciento anual, la más baja en 27 meses, eso no quiere decir que los precios están más bajos, sino que detuvieron su carrera alcista.
Baje o suba la inflación es equivalente a que baje o suba la velocidad de un vehículo, de cualquier manera hay una distancia recorrida desde el origen y en ese nivel se encuentran caros casi todos los productos y servicios de consumo, con la salvedad de que los salarios se revisan en el mejor de los casos, anualmente.
Los precios los pone el mercado, es cometido del gobierno sancionar los excesos y facilitar la oferta incluso con importaciones, que produzcan la nivelación. La inflación tiene un contexto regional, nacional e internacional, porque ningún país es una isla. Los consumidores aprenden a rechazar las alzas abusivas de precios, pero aun persisten en localidades rurales y urbanas donde operan monopolios técnicos y acuerdos abusivos que aún en tianguis, pueden tener precios altos.
Hay un antecedente para Puebla en el año 2020 en que una inflación del 4 por ciento se sostuvo 3 meses, posiblemente ocurra entre julio y agosto, para rebotar en septiembre con el regreso a clases, la compra de útiles escolares, uniformes y material escolar; este bimestre en puerta: julio-agosto, es de guardar, ahorrar para el regreso a clases y para aguantar el trancazo de septiembre, que es típicamente inflacionario.
Los precios en la Ciudad de Puebla están por encima de otras ciudades del país, Puebla tiene inflación más alta que la Ciudad de México, y Monterrey, apenas un poco menos que Guadalajara; es deseable que la inflación en Puebla baje hacia la media nacional, lo que se ve complicado, para ello tendría que descender al umbral de 3 por ciento anual lo que resta del año, lo que se ve complicado.
De 76 productos genéricos de la canasta de consumo, la inflación se instaló en su punto histórico más alto para 38 de ellos, lo que indica un fuerte impacto de la carestía para todos los niveles de consumo. Los productos que actualmente se encuentran en su mayor precio con sus variaciones, son: tortillas y derivados del maíz 11.3, pan 11.2, galletas, pastas y harinas de trigo 10.6 por ciento; para este grupo alimenticio de consumo básico, la inflación promedio del 4.6 por ciento referida antes, está más que duplicada.
Leche pasteurizada y fresca 5.1, leche procesada 18.7 por ciento. Las frutas frescas llevan un alza del 1 por ciento, pero no están más baratas que en ningún solo mes. El azúcar reporta un alza de 25.7 por ciento, los refrescos envasados y agua embotellada 11.7 por ciento. Estos productos de consumo frecuente por los jóvenes en vacaciones subieron: condimentos 16.5, chocolates y golosinas 9.9, alimentos cocinados fuera de casa 10.7 por ciento; la ilusión de descuentos y bonificaciones en compras a domicilio les impulsa a gastar más.
Vinos y licores 9.3, cigarrillos 7 por ciento. Camisas y ropa interior para hombre 8.4, pantalones, trajes y otras prendas para hombre 11 por ciento. Blusas y ropa interior para mujer 6 por ciento. Ropa de abrigo 4 por ciento, uniformes escolares 6.3 por ciento. Vivienda alquilada 2.9 por ciento, los costos de la vivienda propia crecieron 3.7 por ciento; servicios a la vivienda 4.8 por ciento.
Muebles de madera 6.1 por ciento, accesorios domésticos 7.8 por ciento, detergentes y productos similares 9.6 por ciento. Medicamentos 5.8 por ciento, servicios médicos 3.1 por ciento, servicios para el cuidado personal 7.7 por ciento, artículos para el cuidado personal 10.3 por ciento, transporte público urbano 2.3 por ciento, en este servicio lo que le hace caro no es la tarifa sino la frecuencia de uso, irrenunciable en la lluvia. Vehículos automotores y de pedal 6.1 por ciento. Gasolinas y aceites lubricantes 1.6 por ciento.
Educación privada 5.5 por ciento, libros 6.9, material escolar 8.7 por ciento. Otros servicios de esparcimiento 2.6 por ciento, periódicos y revistas, aunque en desuso en su edición impresa 19.1 por ciento. El menú en restaurantes, bares y similares encareció 10.1 por ciento; además de la mala fama por inseguridad en antros y bares. El costo al público de los servicios profesionales subió apenas 1 por ciento y tampoco están más baratos que en el pasado.
Supongamos que te subes a un camión foráneo, que le haces la parada y te deja unos cientos de metros delante de donde querías bajar; tienes que recorrer esa distancia de vuelta a pie cotizando quién tiene más barato lo que necesitas con dos posibilidades; que sí lo encuentras, pero de menor calidad, o que, en el caso señalado de los alimentos y servicios, de ninguna manera.
La inflación ya es irritante para todos los niveles de ingreso, afecta de manera importante en los servicios a la vivienda, con más intensidad para este bimestre julio-agosto en que los estudiantes están guardados en casa y consumen sin preguntar: energía eléctrica, streaming, internet, tiempo aire, golosinas y tienen de manera legítima, otras necesidades de esparcimiento.
En la media nacional las variaciones confluyen a niveles de moderación, en Puebla todavía no. El impuesto inflacionario está dejando más pobres a todos, alejando a muchos hogares de la posibilidad de alimentarse correctamente, y a una porción significativa, a renunciar al consumo de productos básicos, por la imposibilidad de comprarlos.