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La desaparición del fuero
La aprobación de la desaparición del fuero, por 370 votos en el pleno de la Cámara de Diputados, es por demás una buena noticia para el país y para nuestro raquítico sistema político. El razonamiento por el cual se dio origen a la figura del fuero se remonta a la época de la Revolución Mexicana, después de la decena trágica que tuvo, entre sus episodios, la muerte del prócer de la democracia, Francisco I. Madero y su vicepresidente, José María Pino Suárez. En ese lamentable pasaje histórico, el jefe de las Fuerzas Armadas, Victoriano Huerta, se haría de la presidencia a través de un golpe de Estado. Dicho acto golpista, impuso al usurpador a cargo de las decisiones de nuestro país, quien carecía de las aptitudes que un jefe de Estado debe tener ante las condiciones sociales en las que se encontraba el país. Para saciar sus deficiencias, Huerta se refugió en el alcohol y la bohemia. Así “gobernaba”. La situación política no podía ser más crítica. Además de lo anteriormente descrito, la figura autoritaria de un personaje proveniente del Ejército estaba por demás establecida. No había espacio para la contradicción o disenso. En esa tesitura, el Senador liberal, Belisario Domínguez, pronunciaría un discurso crítico al gobierno huertista.
Las consecuencias fueron funestas para el chiapaneco, al cortarle la lengua como escarmiento al atrevimiento. Ese lamentable suceso sería el precedente de lo que se establecería como un derecho de los servidores públicos con la creación de la Constitución de 1917. La razón de origen era loable. La democracia exigía libertades sin cortapisas. Lamentablemente, con la consolidación de las instituciones y del presidencialismo, se cayó en excesos inconmensurables. Tan es así, que la válvula de escape para quienes hicieron del servicio público un medio para enriquecerse de forma inexplicable, todo, claro está, bajo el amparo de la impunidad. Ex gobernadores, secretarios de Estado, líderes de sindicatos. Todos bajo el amparo del tan ansiado fuero. Lamentablemente, hoy la clase política y los partidos que están en un descrédito inmenso deciden quitarse el fuero. Es decir, en un afán por subsanar sus fechorías y curarse en salud, optaron por ser transparentes e iguales a la sociedad. La observancia general de la ley en su máximo esplendor. Veremos si no nos salen con una laguna por la cual sigan gozando de impunidad. Por el bien de nuestro país, todos parejo.











