La mujer que rompió el estereotipo de la mujer mexicana en una sociedad machista como lo era México en la década de los 50
Infobae
El 8 de abril de 1914 nació en Sonora María Félix, una de las figuras más emblemáticas del cine mexicano. Admirada por su belleza, tuvo a sus pies a algunos de los personas más talentosos de su época; y su actitud altiva le hizo ganarse el apodo de “La Doña”. Llegar a la fama no fue asunto fácil para la joven mexicana; en su camino tuvo que enfrentar los prejuicios de la época y la inexperiencia en el terreno de la actuación. En entrevista con Infobae México, Eduardo Rodríguez, director de relaciones públicas de la Fundación María Félix, contó que “La Doña” siempre fue una improvisada. Al principio no sabía nada sobre actuación, pero “aprendió, se cultivó, estudió. Nuca estuvo en escuelas de arte dramático ni nada, aprendió al paso de la vida”. Altiva, irreverente y con corazón de hombre De la misma manera que aprendió a hablar francés fue como se hizo actriz, y de ahí pasó a convertirse en un icono de la Edad de Oro del cine mexicano. Su máximo logró en este sentido, fue que supo conquistar al público.
“Ella misma fue la aportación al cine”, explicó Eduardo, “de ahí que se considere como la Máxima Diva del cine de oro”. Su personalidad, sus raíces, su fortaleza y carisma la catapultaron a la fama en todo el mundo, y nadie ha poniendo reemplazarla. Ella siempre fue diferente, fue una mujer fuera de serie. Se desenvolvió desde una humilde campesina hasta como la pareja de un príncipe. Creo que todas las películas de María tienen esa magia que de alguna forma ella luce e irradia toda esa belleza, ese magnetismo que hace que hasta la fecha la juventud se acerque a la Fundación María Félix a pedirnos tal película o tal fotografía. María Félix rompió los paradigmas de su generación; altiva e irreverente, quebrantó los estereotipos tradicionales que azotaban a la mujer mexicana. “Fue una mujer con corazón de hombre, a ella no le gustaba jugar con muñecas, le gustaba trepar árboles y montar a caballo a todo galope”, rememoró Eduardo Rodríguez. “La Doña” vivió con la libertad que muchas mujeres sólo han soñado tener. En su vida hizo lo que quiso y nunca pidió permiso. Era una reina y actuaba como tal. No en vano ella repetía una y otra vez que “desde el principio de los tiempos los hombres se han llevado lo mejor del pastel. Yo tengo corazón de hombre y por eso me ha ido tan bien”.
Para muchos, esta actitud que rayaba en la altanería se resume en lo que ella misma definió como un “corazón de hombre”. Lo cierto es que la mayor parte de su infancia la pasó con sus hermanos. “Con sus hermanas no se llevaba tan bien, tanto es así que a una de ellas la tiró a un pozo de agua. Por fortuna estaba seco, pero la niña fue encontrada hasta pasada la noche”. “María Bonita”, como también se le conoce a la actriz, ha llegado a ser incluso un icono feminista. Aunque ella jamás se pronunció como partidaria del movimiento, su propia personalidad la llevó a superar los estereotipos de su generación.