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Kelly Bandala
Muchos hemos pasado por la Avenida Juárez y , sin duda, una de las construcciones más llamativas que podemos ver aquí es la famosa Casa de los Enanos. Durante muchos años diferentes historias han rodeado esta construcción y muchos afirman que el nombre de ella es gracias a que aquí vivieron personas de baja estatura pero la verdad es otra.
Se dice que una familia italiana de apellido Giacopello, compró un terreno para construir la famosa casa de estilo francés, en esta se construyó un jardín, la sala, el comedor, un despacho, la cocina, 3 recámaras, un estudio y hasta una sala para fumar.
Los Giacopello vivieron en la casa como cualquier familia normal hasta que un día por razones desconocidas, una de las hijas se quitó la vida. La familia no quiso vivir más en el lugar donde aquel terrible suceso había tenido lugar y vendieron la casa a un hombre; este hombre, al llegar la revolución abandonó la propiedad y esta permaneció así hasta los años veinte.
Para el año 1930, un empresario textil en compañía de su esposa, la profesora María del Carmen Jiménez, llegaron a vivir a la mansión pues esta siempre les había gustado. El matrimonio tuvo tres hijos pero uno de ellos murió y así solo quedaron Rogelio y Milagros Rodríguez.
Desafortunadamente el padre murió y la madre quedó como responsable de la crianza de los niños. Tras la muerte de su esposo María llevó a vivir a su familia a la casa y se apartó de sus amistades y de los familiares de su marido, estos nunca más volvieron a verla hasta que supieron de su muerte en 1988. Las fábricas textiles de la familia quebraron y poco a poco todos se fueron mudando de la mansión dejando a la abuela sola.

La abuela tomó el control de la casa y ordenaba a la servidumbre abrir las ventanas solamente un poco ya que no quería que los tapetes europeos se dañaran con el sol. Allí también llegaban los nietos de la señora pero ella no permitía que jugaran dentro de la casa así que decidió ordenar a un ebanista crear muebles exclusivos para los niños; el hombre siguió las órdenes y creó pequeños sillones y mesas los cuales fueron puestos en el jardín.
La gente curiosa por todo lo que había pasado en aquella casa se asomaba por los pequeños espacios que había en las láminas de metal; con toda la casa cubierta de cortinas de colores oscuros, las personas solamente podían apreciar los muebles chiquitos y en seguida todos comenzaron a hablar acerca de que ahí vivían enanos.
El año pasado y después de 128 años, este inmueble rodeado de diferentes historias abrió sus puertas al público para hacer recorridos ya que es uno de los lugares que provocaba demasiada curiosidad en las personas que pasaban fuera. Actualmente esta casa pertenece a José Alfredo Gutiérrez Rodríguez, Claudio Ernesto Arce Ascencio y al ex arzobispo de Puebla, Rosendo Huesca.