Entre los últimos respiros del PRI poblano
Parte 2/2
Eduardo Sánchez
En Puebla, el PRI busca recuperar el terreno que perdió durante los últimos nueve años por culpa de administraciones que dejaron muy mal parado al partido, y es que, a pesar de ello, la entidad se ha mantenido con cierto apego a la institución y éste todavía juega un papel fundamental en la retención del poder, así como en su actual supervivencia. De acuerdo con datos del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Puebla y Tamaulipas son los estados con más municipios que nunca han tenido un alcalde de un partido distinto al PRI, con 22 y 18 municipios, respectivamente. La última elección restó mucha fuerza al partido, en Puebla y, a nivel nacional, como lo mencionamos en la anterior entrega, sin embargo, logró retener 81 municipios que le brindan las esperanzas de resurgir en la entidad. Como en el resto del país, el PRI había mantenido una hegemonía por años en Puebla, el último gobierno priista que tuvo la entidad fue con Mario Marín Torres, quien se convirtió en uno de los personajes más odiados para los poblanos por sus escándalos de corrupción y misoginia.
Para 2016, el partido trató de recuperarse con la postulación de Blanca Alcalá, quien terminó por hundirse en su pésima campaña, aunque en la mayoría de los estados donde hubo elecciones, las alianzas PAN-PRD fueron un gran contrapeso. En 2018, Enrique Doger trató de levantar lo poco que quedaba del PRI, pero no tuvo mucho éxito, al ocupar el tercer lugar en las votaciones, lo que lo llevó a convertirse en minoría en el Congreso del Estado. Al igual que otros partidos, la institución ha sufrido una fragmentación por no alcanzar los objetivos en la entidad. La muerte de Martha Erika Alonso exigió la elección de un gobernador interino que fue colocado en acuerdo con el resto de las fuerzas políticas; el priista Guillermo Pacheco Pulido fue el elegido por el Congreso del Estado.
Con este respiro, debieron enfocarse a buscar un nuevo candidato que pudiera atraer al nuevo electorado, de manera directa y sin una elección interna, Alberto Jiménez Merino fue elegido como abanderado, a pesar de que la militancia expresó su desaprobación y exigió un proceso interno transparente.
MÁS CORRUPCIÓN
Alberto Jiménez Merino emana del grupo político de Mario Marín Torres, ha sido diputado federal, secretario de Desarrollo Rural en el gobierno de Mario Marín (2005-2011) y recientemente delegado de la Sagarpa y Conagua, en este último cargo sólo estuvo durante mes y medio, pues, tras la muerte de Martha Erika Alonso, anunció su interés por buscar la candidatura al Gobierno del Estado. Jiménez Merino estaría respaldado por Marín, aunque diferentes medios han señalado que la nueva apuesta del ex gobernador se encuentra en el empresario aeronáutico Ricardo Urzúa Rivera.
En 2008, mientras era titular de la Secretaría de Desarrollo Rural (puesto que también ocupó durante la administración de Melquiades Morales), apoyó al empresario Ismael Coronel Sicarios, en un proyecto para la crianza de búfalos de agua. Éste fue detenido en el estado de Veracruz al ser ligado con el narcotráfico: autoridades comprobaron que era uno de los principales lavadores de dinero y estaba vinculado con el Cártel de Los Beltrán Leyva.
Pero no fue el único acercamiento que tuvo con este universo, pues en 2015 fue ligado con Naim Libien Kaui, padre del vicepresidente del periódico Uno más Uno, Naim Libien Tella, quien fue señalado por autoridades estadounidenses de impulsar las actividades de tráfico de droga de Los Cuinis. El funcionario buscaba que Libien Kaui financiara su campaña hacia la gubernatura. Después de esto, en 2016 usó recursos de la Secretaría de Desarrollo para promocionarse en una precampaña hacia la minigubernatura del estado, desviando recursos para campesinos, finalmente fue desplazado por Blanca Alcalá.
ABANDONAN EL BARCO ANTE LA TORMENTA
Un desastre tras otro no sólo ha provocado la pérdida de espacios políticos, también el abandono de varias figuras que decidieron emigrar hacia nuevas instituciones, aprovechando el reacomodo de fuerzas políticas. Uno de los ejemplos más claros es que los tres personajes que buscan ser el abanderado de Morena, el partido más fuerte actualmente, emanan de las filas priistas, hablamos de Alejandro Armenta Mier, Nancy De la Sierra y Luis Miguel Barbosa. Los tres salieron del partido en distintos momentos, pero cruciales en la historia del PRI, Armenta fue el último en abandonar el barco y lo hizo para sumarse a la campaña de Barbosa rumbo a la gubernatura de Puebla en 2018, así como conseguir un lugar en el Senado. Con este escenario, sin políticos leales, gobiernos en decadencia y con cada vez menos electorado, el Revolucionario Institucional celebra los 90 años de existencia y, probablemente, los últimos, de no jugar sus cartas correctamente.