Marco Escamilla C. / @Marcoaec73
El sol comenzaba a salir el 5 de mayo de 1862, el general Zaragoza sabiendo que su ejército estaba en desventaja, tanto en número como en armamento, aprovechó el arrojo de sus hombres y pronunciaba firmemente: “Nuestros enemigos son los primeros ciudadanos del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria”
Eran las 9 de la mañana, el cerro de Loreto y Guadalupe en nuestra ciudad estaba a punto de presenciar una de las jornadas más gloriosas que registraría nuestra patria. Con el disparo de un cañón mexicano daba inicio el enfrentamiento entre el ejército mexicano y las fuerzas armadas francesas, que eran reconocidas como el mejor ejército del mundo.
Luego de la guerra de reforma se empezaron a vivir distintas consecuencias para la nación mexicana, una de estas la gran crisis económica que orilló al presidente Juárez a suspender el pago de las deudas contraídas con otros países, cuestión que llevo a Francia, Inglaterra y España a enviar tropas a nuestras costas. Después de estas acciones el gobierno mexicano emprendió una serie de negociaciones diplomáticas y la firma de los Tratados de La Soledad donde México se comprometía a realizar los pagos correspondientes. Por ello Inglaterra y España abandonaron el territorio nacional, sin embargo el gobierno francés no cumplió con lo pactado en los citados tratados y comenzaron una intervención armada en México.
Durante ese momento Estados Unidos se encontraba con la guerra civil, cuestión que tomo en cuenta el emperador francés y consideró que era el momento adecuado para hacerse de gran parte de Norteamérica.
Juárez sabía que era imposible evitar el conflicto, así ordenó la fortificación de Puebla para proteger la Ciudad de México, creando el Ejército de Oriente que dirigiría el general Ignacio Zaragoza.
El ejército francés era comandado por el Conde de Lorencez, quien pronto se dio cuenta de la fragilidad de México e informó lo siguiente: “Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a su majestad imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6,000 valientes soldados, ya soy dueño de México”.
Por su parte, el ejército mexicano solo contaba con 2,000 soldados y poco más de 2,500 campesinos sin preparación pero que, con valentía y honor, se alzaron en armas para defender la ciudad de Puebla y el país.
Con el disparo de un cañón mexicano dio inicio uno de los hitos histórico más relevantes para los mexicanos. Teniendo un enfrentamiento que duro poco más de cinco horas, el ejército mexicano logro enfrentar de manera estoica el embate de los soldados extranjeros, Lorencez trató por todos los medios de hacerse con el fuerte y atacaba insistentemente pero gracias al ímpetu mexicano se logró la retirada francesa.
El arrojo, valentía y patriotismo mostrado por los hombres comandados por el General Zaragoza hicieron que este hecho de armas sea un símbolo de defensa de la soberanía e independencia de nuestra nación.
Luego del enfrentamiento, el general Ignacio Zaragoza se dirigiría hacia la iglesia de Los Remedios situada en nuestra capital para así transmitir el penúltimo de los 5 telégrafos que se enviarían al palacio nacional:
“… Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria: el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del Cerro de Guadalupe, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante tres horas: fue rechazado tres veces en completa dispersión…”
Y así, finalmente, siendo las 19:49 horas, Zaragoza informaba a Benito Juárez y a la nación entera que: “… Señor Presidente.-Estoy muy contento con el comportamiento de mis generales y soldados. Todos se han portado bien. Los franceses han llevado una lección muy severa; pero en obsequio de la verdad diré: que se han batido como bravos, muriendo una gran parte de ellos en los fosos de las trincheras de Guadalupe. Sea para bien, Sr. Presidente. Deseo que nuestra querida Patria, hoy tan desgraciada, sea feliz y respetada de todas las Naciones.”