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El análisis de las relaciones internacionales de México es una tarea clave, especialmente en este momento crucial, donde un sexenio está por concluir y otro iniciará en breve, enfatizó Derzu Daniel Ramírez Ortiz, Director de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UPAEP, al subrayar la importancia de que las universidades asuman la responsabilidad de evaluar el desempeño gubernamental en el ámbito de la política exterior.
Ramírez Ortiz expresó: “Es una responsabilidad y una función de las universidades evaluar el ejercicio gubernamental, identificar si las políticas públicas en el ámbito internacional ayudan a resolver los retos de nuestra sociedad y si promueven el desarrollo y el interés nacional”.
Desde una perspectiva académica, es esencial ponderar si México ha sabido aprovechar el contexto internacional para mejorar las condiciones de su sociedad. En este sentido, Derzu Ramírez invitó a reflexionar sobre las políticas exteriores aplicadas en los últimos seis años, con especial atención en cómo éstas han impactado a nivel interno.
Uno de los temas que subyace en esta reflexión es el rol que México ha desempeñado en escenarios internacionales claves, como su participación en organismos multilaterales, acuerdos comerciales y su relación con potencias globales. Asimismo, el análisis también abarca la capacidad del país para responder ante las crisis globales, desde la pandemia hasta las tensiones geopolíticas actuales.
“Es fundamental que evaluemos los principales retos que enfrentamos como país y que entendamos hasta qué punto nuestras políticas exteriores han sido efectivas para mitigarlos”, comentó Ramírez Ortiz, quien concluyó enfatizando el papel crucial que juegan las universidades en brindar un análisis crítico y constructivo para mejorar la política exterior de México.
Derzu Ramírez también destacó la falta de una visión estratégica en la política exterior del actual gobierno, lo cual ha impedido una respuesta adecuada ante los retos internacionales.
Entre los desafíos más relevantes que enfrenta el país se encuentra el fenómeno del nearshoring, o la relocalización de empresas. México, con su envidiable posición geográfica, tiene una oportunidad única de atraer inversiones extranjeras, pero competirá directamente con países como Estados Unidos. Además, la posible reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos introduce incertidumbre, ya que su política hostil hacia México, en temas como migración y seguridad, podría recrudecerse.
Otro tema crítico es la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), donde es probable que Estados Unidos insista en aspectos como la certidumbre jurídica para los inversionistas, especialmente ante el actual contexto de la reforma judicial en México.
“Se vienen retos importantes”, enfatizó Ramírez Ortiz, mencionando la necesidad de colaboración internacional para abordar problemas como el cambio climático, la gestión de los flujos migratorios y las amenazas transnacionales. Estos desafíos exigen relaciones políticas estables, algo que ha sido un punto débil durante el sexenio que concluye.
Dejó claro que México necesita una política exterior sólida y bien estructurada, capaz de enfrentar los retos que se avecinan. “Ahí realmente se requiere que México tenga relaciones políticas estables, muchas de las cuales se deterioraron a lo largo de este sexenio”, concluyó.
Jorge Puga González, profesor de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UPAEP, señaló que México perdió presencia y espacios a nivel internacional. Aunque hubo logros importantes, como la prudencia ante la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la participación en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la política exterior no fue prioritaria en este gobierno, operando con recursos y capacidades limitadas.
Uno de los aspectos más positivos fue la negociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), donde el equipo de transición mostró prudencia y pragmatismo. Sin embargo, la política exterior fue tratada con un enfoque personalista y orientado hacia el consumo interno, utilizando los temas internacionales para ganar apoyo político en el país.
Entre las deficiencias más destacadas, Puga González mencionó la falta de una estrategia clara e integral que debilitó tanto las relaciones bilaterales como las multilaterales. México dejó de participar en importantes foros internacionales como el Foro de Davos y el G20, reduciendo la visibilidad del país en el escenario global.
En cuanto a la migración, si bien México actuó como un país de contención, fungiendo como “tercer país seguro” para detener los flujos migratorios hacia Estados Unidos, esta política fue utilizada como moneda de cambio para otras negociaciones.
Además, en temas de seguridad, como el narcotráfico y el tráfico de armas, se estableció el Entendimiento Bicentenario con Estados Unidos, pero su implementación ha sido cuestionada, lo que resalta la necesidad de replantear este acuerdo.
El distanciamiento con América Latina también fue evidente. Pese a los intentos de cooperación con Centroamérica, se perdió liderazgo regional, además de que hubo crisis diplomáticas con países como Perú, Bolivia y Ecuador, donde México declaró personas no gratas a embajadores y en algunos casos se deterioraron aún más las relaciones.
En cuanto a Europa, aunque la relación económica se mantuvo estable, hubo una menor presencia de México en temas clave como el cambio climático y los derechos humanos, lo que generó un distanciamiento con importantes socios como España y la Unión Europea. Además, sigue pendiente la ratificación del Acuerdo Global modernizado y no se ha establecido un mecanismo sólido de acercamiento con Reino Unido tras el Brexit.
Finalmente, en el contexto del Asia-Pacífico, México aceptó una cláusula del T-MEC que le impide firmar un tratado de libre comercio con China, limitando su capacidad para aprovechar la creciente influencia económica y tecnológica de ese país. Asimismo, se descuidaron relaciones estratégicas con Japón y Corea del Sur, donde aún no se ha concretado un tratado comercial.
Con este contexto, Jorge Puga considera que este sexenio cerró con un balance negativo en términos de política exterior, destacando que la falta de una estrategia clara, la reducción de recursos y las limitadas capacidades debilitaron la presencia de México en el ámbito internacional. Esto deja importantes desafíos para la administración entrante, que deberá reconstruir la imagen del país y restablecer relaciones bilaterales y multilaterales en múltiples frentes.
El balance de las relaciones internacionales de México en el sexenio que concluye ha sido un tema complejo, con luces y sombras, manifestó Herminio Sánchez de la Barquera, profesor de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UPAEP.
Entre los logros más destacados, Sánchez de la Barquera resalta la continuidad del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el cual sigue ofreciendo acceso preferencial a los exportadores mexicanos, una ventaja competitiva clave frente a otros países que carecen de dicho acuerdo. No obstante, uno de los grandes retos pendientes es la diversificación de mercados, un tema recurrente en cada sexenio, pero que sigue sin concretarse. “Llevamos décadas con lo mismo, y no hemos emprendido una verdadera estrategia para buscar nuevos mercados y oportunidades”, señaló.
Sánchez de la Barquera también subrayó los constantes roces diplomáticos de México con otras naciones, que obstaculizan el objetivo de diversificación. Las tensiones con países como España, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina han complicado las relaciones exteriores. Asimismo, mencionó que Europa también ha sido escenario de fricciones, como el conflicto con Austria por el penacho de Moctezuma y con el Parlamento Europeo por comentarios despectivos hacia sus legisladores.
Al mirar hacia el futuro, Herminio Sánchez de la Barquera indicó que México debe recomponer su política exterior. Aunque reconoció que la política exterior no es un tema que interese mayoritariamente a la población, su impacto es significativo en aspectos clave como la seguridad, la educación y la economía. “Estamos ante un gobierno fuerte, pero con un Estado débil que ya no es respetado en el ámbito internacional”, lamentó. Para el académico, es vital que el próximo gobierno trabaje en recomponer las relaciones con los países con los que se han generado conflictos y priorice una política exterior basada en los intereses nacionales.
Sánchez de la Barquera destaca que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, aún no ha mostrado intenciones claras de rectificar el rumbo diplomático. Un ejemplo claro es la controversia sobre la invitación al rey de España, un fallo diplomático que según él, refleja la falta de visión estratégica en la relación bilateral con uno de los principales inversionistas en México.
El académico concluyó que México necesita una política exterior que se base en la profesionalización, dejando atrás prácticas en las que embajadores y cónsules son nombrados por razones políticas o de conveniencia, desmotivando al personal diplomático de carrera. Recomponer la imagen y el rumbo de México en el exterior será uno de los grandes retos para el nuevo gobierno.