Cristian Manjarrez
En la emblemática pirámide de Cholula, prevalece la agricultura, una práctica que se niega a desaparecer, pese a la urbanización que ha alcanzado e invadido ese territorio sagrado. Por lo menos, unas diez tierras dedicadas a la producción de pasto, maíz y flores siguen vigentes en este espacio, mismo que, anualmente, es visitado por miles de personas de diferentes partes del mundo. En uno de los campos, el agricultor Antonio contó que es de las pocas personas que todos los días llega hasta la zona arqueológica de Cholula para trabajar la tierra, de la cual no es propietario, pero obtuvo el consentimiento para sembrarla. Con sus instrumentos de labranza en mano, Antonio dice que el campo ha sido su principal oficio, mismo que le fue heredado por sus padres. En una pequeña remembranza, relata que, hace más de un centenar de años, la pirámide de Cholula estaba rodeada de cultivos, pero la modernización terminó con esa tradición, porque, primero, llegaron las construcciones de viviendas, luego, los de los espacios deportivos y, por último, fue la adecuación de un parque público. “Ahora, hay hasta estacionamientos que merman los espacios para la producción agraria”, dijo. Sin embargo, refiere que, exista tierra disponible para la producción de alimentos, el campo seguirá vigente en el país. Señala que, para los turistas, representa un atractivo observar como él y otras personas trabajan tierras de cultivos en la zona.