Para salir bien librados, dependeremos de factores externos como la evolución del Covid, las cadenas mundiales de suministro de semiconductores para automóviles, el precio del petróleo y otros commodities
EL CRECIMIENTO DEL PIB PARA ESTE AÑO PODRÍA DESACELERARSE HASTA UN 2%
El Financiero
Ante una posible desaceleración en economía en todo el mundo, México podría entrar en recesión para mediados de 2023 que se extendería al menos 9 meses hasta 2024, causada por una contracción económica en Estados Unidos; mientras que la inflación regresaría a los objetivos del Banxico hasta 2025, considera Moody’s Analytics.
De acuerdo con el área de análisis de la calificadora, la economía mexicana enfrenta una combinación de eventos desfavorables: persistencia de choques de oferta en la economía global, altos precios de las materias primas, así como el debilitamiento de la demanda interna ante la necesidad de una mayor restricción monetaria para abatir la alta inflación.
“Dada la creciente probabilidad de una recesión global en los próximos 12 meses, México no podría evitar una contracción económica causada por una recesión en los Estados Unidos. En este escenario, México enfrentaría una prolongada inflación y una recesión con duración de 3 trimestres”, asegura.
La firma explica que la producción interna sufre continuas interrupciones por escasez de insumos tanto nacionales como externos; además que la persistente alza de precios internos amenaza con desatar una espiral inflacionaria alimentada por el deterioro en su formación, causado por choques de oferta y demanda, así como por el empeoramiento de las expectativas.
“La persistencia inflacionaria fuerza al Banco de México a apretar la política monetaria más allá de la neutralidad, consecuentemente deprimiendo la demanda interna y con ello debilitando la actividad económica en general. La economía cae en recesión a mediados de 2023”, estima en su análisis.
Asimismo, detalla que la contracción económica se extendería desde el segundo trimestre hasta el cuarto, cuando la economía toca fondo, por lo que el PIB se contraería 1.7% en el próximo año, después de crecer 1.8% en 2022.
Moody’s recuerda que la economía mexicana acumula una contracción de 3.4% del segundo al cuarto trimestre de 2023, mucho mayor a la caída reportada por la economía estadounidense de 2.1%.
“La economía mexicana sale de la recesión en el primer trimestre de 2024 en sincronía con la economía estadounidense. La recuperación avanza en 2025 a medida que el mercado estadounidense se fortalece. El desempleo desciende más rápidamente en 2025 y la inflación solo regresa a su objetivo hasta mediados de 2025”, agrega.
Además, señala que la economía mexicana reproduce las características típicas reportadas en episodios de crisis del pasado, es decir, un choque real y uno financiero.
En el primer caso, la economía real recibe dos impactos negativos: uno externo generado por la caída de la demanda global, en particular por la contracción del mercado estadounidense, y el otro interno producido por el debilitamiento de la demanda ante el ajuste necesario de la política monetaria.
Mientras que en el segundo caso, la economía se ve afectada por la tradicional reacción de las variables financieras y precios, como en las crisis del pasado. Así, al inicio de la crisis se presenta una sobrerreacción del tipo de cambio por la creciente aversión al riesgo y salidas de capital.
Para lidiar con la inestabilidad financiera y el traspaso cambiario a precios, se presenta la típica reacción monetaria, dice que el banco central es forzado a mantener la tasa de interés en los niveles necesarios para calmar los mercados.
México acumuló dos trimestres seguidos de contracción
A México se le ha hecho difícil echar a andar el motor del crecimiento económico.
En el último trimestre del año pasado la economía sufrió una contracción de 0,1%, según datos preliminares anunciados este lunes por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De esta manera, la economía sumaría dos trimestres seguidos con cifras rojas, lo que en la jerga de los expertos se conoce como “recesión técnica”.
Aunque el término tiene el sabor de una caída brutal, lo cierto es que los economistas suelen marcar la diferencia entre una recesión técnica y una crisis económica con todas sus letras.
Ésta última implica un profundo debilitamiento de los principales indicadores macroeconómicos como, por ejemplo, el empleo, el nivel de precios, el consumo interno, la capacidad de pago de los agentes económicos o el nivel de producción.
En ese sentido, la crisis económica no solo incluye un crecimiento bajo o negativo, sino que además implica una alta inestabilidad financiera.
México no está en una crisis, pero tampoco está pasando por un buen momento tras las secuelas económicas que ha dejado la pandemia.
Las disrupciones en las cadenas de suministro, la cuarta ola de covid-19, la alta inflación, los efectos de una nueva legislación en materia de subcontratación y la incertidumbre entre los empresarios son algunas de las razones que explican el frenazo económico.
En 2021 el Producto Interno Bruto (PIB) del país creció 5%, un paso adelante, pero al mismo tiempo una recuperación insuficiente para compensar la profunda caída del 8,4% en 2020.
La economía de México mostró “claros signos de debilidad en la segunda mitad de 2021″, escribió Renzo Merino, analista de la consultora internacional Moody’s.
“Una persistente dinámica negativa en la inversión apunta a que el crecimiento económico en 2022 será mucho más débil de lo proyectado por las autoridades”, agregó.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha mantenido una política fiscal austera en comparación con otros gobiernos de la región que aprobaron grandes paquetes de ayuda fiscal durante la pandemia para apoyar a las familias y las empresas más vulnerables.