Entre los acribillados se encontraba una estudiante de la UVM, campus Puebla
Martín Gutiérrez
En un comunicado oficial, la Universidad del Valle de México, campus Puebla, ubicada en el municipio de San Andrés Cholula, lamentó profundamente la muerte de su estudiante de Nutrición, Patricia Cabrera Ramos, quien fue una de las asistentes a la fiesta en Minatitlán, Veracruz, ejecutada por un comando de sicarios que irrumpió en la reunión donde también acribillaron a un menor de edad. He aquí el comunicado de la UVM: “La Universidad del Valle de México, campus Puebla, lamenta profundamente el fallecimiento de la señorita Claudia Patricia Cabrera Ramos, estudiante del 8° semestre de la Licenciatura en Nutrición del campus Puebla, quien, víctima de la inseguridad y violencia que vive nuestro país, perdió la vida en un salón de fiestas de Minatitlán, Veracruz, durante la balacera del pasado viernes 19 de abril. La Universidad del Valle de México lamenta y condena estos actos de violencia e insta a las autoridades de los tres órdenes de Gobierno a esclarecer y castigar a los responsables, así como garantizar la seguridad en el país”. Descanse en Paz. A continuación, la narración de varios sobrevivientes de la matanza de Minatitlán que narran cómo los sicarios los obligaron a ver la forma en que ejecutaban varias veces a los ya fallecidos.
“La fiesta número 52 de una habitante de Minatitlán, Veracruz, se convirtió en una noche de terror para decenas de familias, luego de que un comando armado ingresó a la palapa donde se llevaba a cabo el convivio y terminó con la vida de 13 personas, entre ellas, un pequeño de un año. El evento estaba programado para concluir a las 22:00 horas, sin embargo, una hora antes, por lo menos, tres sujetos irrumpieron en el recinto denominado Los Potros, ubicado en el callejón 5 de Septiembre, esquina con 1ro. de Mayo de la Colonia Obrera, a un costado de uno de los accesos a la Refinería. Mientras el tecladista tocaba La Vida es un Carnaval, de Celia Cruz, hombres y mujeres que se hallaban en el lugar comenzaron a buscar refugio para evitar que las balas, provenientes de armas largas, les arrancaran la vida. Mataron a mi único hijo “Era el cumpleaños de mi hermana, cumplía 52, yo venía del baño cuando comenzó la tronadera, no vi cuántos eran porque ya no salí. Perdí a mi hijo, mi único hijo, ya se imaginará el dolor que tengo de ver a mi único hijo muerto. Dios es tan grande que aquí estoy parada, con mi dolor, porque no se puede decir otra cosa; tenía 32 años”, dijo una mujer que logró salir viva del lugar. En el relato que une el rompecabezas de esta noche de confusión, los sobrevivientes narran que incluso fueron apuntados en la cabeza y obligados a mirar cómo otros asistentes a la fiesta eran asesinados. “A las viejitas que estábamos bailando nos apuntaron. Sí, mataron a varias viejitas.
No sé cuántos eran, yo lo que hice fue aventarme debajo de la mesa, a mí me apuntaron, pero me encomendé a Dios y le dije: perdóname Señor y que se haga tu voluntad. Se me hizo eterno, pensé que no iba a terminar. Éramos como 50, éramos puras señoras”, indicó una mujer que toda la noche, después del incidente, se la pasó rezando y arrepintiéndose por no haber guardado los días sagrados. Otra de las asistentes, que también perdió a su hermano, describió que al pequeño de un año, que vestía playera amarilla, short de mezclilla y tenis negros, le dispararon a quemarropa. “Seguía más, yo dije, fue un balazo, pero fue una rociadera porque estaban muertos y ahí mismo le seguían dando. Al bebé lo siguieron rematando, le dieron en el corazoncito, cómo no se van a dar cuenta si lo traía la mamá cargando. A la mamá también le dieron. Yo creo que el papá lo quiso cubrir, pero le dieron en la cara”, recordó. Las versiones indican que, en efecto, los pistoleros buscaban a alguien, sin embargo, pese a que mataron a más de una decena de personas, todavía se dieron el lujo de torturar psicológicamente a quienes sobrevivieron, pues los obligaron a observar cómo los acribillaban. “A los que estaban agachados les decían que voltearan a ver a los muertos, les volvían a dar. Que los miraran, volteabas a verlos y te decían voltéate.
Creo que buscaban a alguien, te apuntaban a la cabeza o la espalda con armas largas. Eran como seis personas, yo sólo vi al que me estaba apuntando, sólo decía: en tus manos encomiendo mi espíritu, perdóname, perdóname, me cubro con tu sangre preciosa y grité: la sangre de Cristo tiene poder, el hombre se dio la vuelta y ¡pam! le dio al que estaba a lado; ¡pam! le dio al que estaba del otro lado y, dije, me va a tocar en la espalda, pero se fueron. Luego vi a mi comadre, yo le decía párate manita, párate, pero no, ya la habían matado”. En la fiesta, muchas asistentes vestían trajes típicos de Oaxaca. Algunos otros sobrevivieron porque se fueron temprano, indicaron que estas fechas son para “guardarse” y no para estar de fiesta. “Dios me sacó a mí y a mi hijo, es una desgracia tan grande, yo presentía algo muy feo, por eso me fui también. Son días sagrados. Esto es un llamado del Señor para que no lo abandonen”, expresó otra mujer arrepentida.