Eje Central
En el contexto de la violencia que ha azotado a Culiacán, Sinaloa, y los municipios aledaños durante las últimas semanas, miles de ciudadanos se unieron este domingo en una Marcha por la Paz, coincidiendo con el 493 aniversario de la Fundación de la ciudad.
La movilización buscó no solo poner fin a los enfrentamientos entre grupos delictivos, sino también alzar la voz contra la inseguridad que ha transformado la vida cotidiana de los habitantes.
INSEGURIDAD EN CULIACÁN
En los últimos 21 días, los hechos violentos han dejado un saldo alarmante de 119 personas fallecidas y 81 secuestradas. La violencia, que comenzó el pasado 9 de septiembre, ha paralizado sectores clave de la ciudad: negocios han cerrado sus puertas, eventos deportivos y culturales han sido cancelados, y la actividad económica ha disminuido. Restauranteros y pequeños comerciantes, que dependen de las ventas diarias y los eventos, han visto mermar sus ingresos debido a la situación.
La manifestación pacífica comenzó en el Desarrollo Urbano Tres Ríos, un sitio marcado por un reciente enfrentamiento entre grupos delictivos, y avanzó hasta el templo católico de La Lomita. Durante el trayecto, los participantes exigieron a las autoridades locales y federales un cambio urgente en la estrategia de seguridad para devolverle la tranquilidad a la región.
Lo que distingue esta marcha de otras movilizaciones por la paz es la diversidad de los participantes. No solo asistieron ciudadanos preocupados por la seguridad, sino también líderes empresariales, transportistas, miembros de clubs de motociclistas, e incluso colectivos de búsqueda de desaparecidos, conocidos como “Rastreadoras”. Cada sector, afectado de manera particular por la crisis de violencia, expresó sus demandas de manera enérgica.
Las “Rastreadoras”, que buscan a sus seres queridos desaparecidos, fueron uno de los grupos más visibles. Sus gritos resonaron a lo largo de la marcha: “¿Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están?” reclamaban, exigiendo respuestas y justicia para las 81 personas secuestradas en las últimas semanas.
Además de la inseguridad, los ciudadanos señalaron que el impacto económico ha sido devastador. Los organizadores de eventos, así como los pequeños comerciantes que dependen de estos, han visto cómo la cancelación de actividades ha afectado sus ingresos. Se estima que las plazas comerciales y restaurantes han registrado una baja significativa en ventas debido al temor de la ciudadanía a salir de sus hogares.
El recorrido de la marcha incluyó una parada frente a la Fiscalía General del Estado, donde los manifestantes exigieron la liberación de las personas que han sido privadas de su libertad. La frustración es palpable, ya que las autoridades no han logrado controlar la situación ni ofrecer soluciones claras ante la creciente inseguridad.
La movilización no solo representa una demanda de paz, sino una exigencia directa al gobierno para que cumpla con su deber de proteger a la ciudadanía. “No pueden dejar que los criminales decidan el destino de la ciudad”, señaló uno de los líderes de la marcha. Los ciudadanos piden acciones concretas y efectivas para frenar la violencia y evitar que los hechos recientes se repitan.