El Economista / Forbes
En México siete de cada diez personas ocupadas son trabajadoras a las que se les paga un salario. De hecho, del total de población ocupada, 22.6% ganaba un salario mínimo o menos en el primer trimestre de 2020 y otro 35% gana entre uno y dos salarios mínimos. Así, más de la mitad de las personas ocupadas en México se verán beneficiadas directamente por el aumento del salario mínimo, sumado al efecto indirecto que sea generado.
Además, el salario mínimo es de suma importancia para las mujeres trabajadoras: en algunos estados del país (como Querétaro, Colima, Jalisco, Ciudad de México y Nuevo León) ellas representan entre el 63 y 68 % de quienes perciben este nivel de ingresos.
Desde hace casi cuatro décadas, se ha sacrificado el nivel de vida de los trabajadores a través de una estrategia neoliberal en la que el salario mínimo ha sido usado como “ancla para la inflación”, esto es, se busca detener el incremento de la inflación a costa del salario de los trabajadores. De este modo, en los tres últimos sexenios previos al año 2000, el salario mínimo tuvo disminuciones constantes que alcanzaron el 7% anual. A su vez, en los sexenios de Fox y Calderón se mantuvo estancado, sin incrementos, mientras que en el de Peña tuvo una tasa de crecimiento medio anual de 2%.
En 2021, por tercer año consecutivo durante el sexenio de López Obrador y en consenso unánime entre diversos sectores, el salario mínimo ha aumentado hasta $141.70 pesos por día, es decir, un aumento real de 11% frente al presente año 2020 (una vez descontada la inflación), y de 45% respecto del 2018, lo que implica el mayor aumento en toda la vida para las y los trabajadores menores a 35 años. Frente al 2020, el aumento real del salario sería de 11.1%, similar al aumento entre 2018 y 2019 (11.3%), y menor que el presentado entre 2019 y 2020 (17.5%).
Además del aumento del salario mínimo generalizado, se adicionan dos categorías de salarios profesionales: las trabajadoras del hogar, que tendrán un salario mínimo profesional de $154 pesos (9% por encima del mínimo general), y los jornaleros agrícolas con $160 (13% por encima). Si bien el reconocimiento de la especialidad de estos trabajos es importante, la realidad es que dichos salarios se quedan muy por debajo de lo que recomiendan colectivos y organizaciones, por ejemplo, el tabulador de salario justo para trabajadoras del hogar de Parvada (que estima en más de $300 pesos el mínimo por jornada de 4 horas, dependiendo la ciudad y otras especificidades), y lo que promovían desde la Alianza #CampoJusto como sueldo mínimo para jornaleros.
Volviendo al salario mínimo generalizado, este será 31% mayor que la línea de pobreza por ingresos urbana, la cual superó desde 2019. Esto implica que una persona que gana el salario mínimo, estará recibiendo dinero suficiente para solventar sus gastos básicos, en caso de que no mantenga a nadie. El problema viene cuando recordamos que las personas trabajadoras normalmente tienen dependientes económicos, por lo cual el salario mínimo sería insuficiente para mantenerlos a ellos y a sí mismas, violando todavía lo que dice la Constitución en el artículo 123.
En el país, el promedio de integrantes por hogar es de 3.8, y en cada hogar hay 1.6 personas ocupadas, por lo que la tasa de dependencia promedio es de 2.4. Tomando en cuenta ese dato, un trabajador debería recibir al menos $259 pesos diarios para mantener dignamente un hogar promedio mexicano.
El aumento del salario mínimo, hasta alcanzar dichos $259 pesos diarios, sería una medida necesaria para que el gobierno deje de incumplir la Constitución. Por mucho tiempo, ciertos sectores empresariales y gubernamentales se han opuesto a su aumento, basados en el mito de “aumentar el salario mínimo desataría una espiral inflacionaria”. La realidad es que “al aumentar 10% el salario mínimo, el nivel de precios aumenta, en promedio, sólo 0.4%”, como señala Oxfam México.
A pesar de eso, Gustavo de Hoyos, presidente nacional de la Coparmex, salió a decir que el sector empresarial sólo estaba de acuerdo con un aumento de 10% a salarios, y que el gobierno debería asumir el otro 5% de aumento, y que esta decisión podría causar más desempleo.
La realidad es que el impacto de la crisis en el empleo ha sido muy fuerte, y el gobierno federal ha hecho tan poco para aminorar los efectos negativos. Aún así, siguen tan deprimidos los salarios en México, que la diferencia de aumentar entre 10% o 15% no causará más desempleo. Es necesario seguir la tendencia de recuperación gradual del salario mínimo.
De igual manera, el impacto de la crisis económica en los ingresos laborales, ha aumentado casi 10 puntos porcentuales la Pobreza Laboral Según La Mide Coneval, alcanzando 45%. Esto quiere decir que casi la mitad de los trabajadores en México recibe ingresos laborales menores a la línea de pobreza extrema; es decir, que no reciben siquiera lo suficiente para poder pagar la canasta alimentaria.
Esto quiere decir que los estados con el peor deterioro en pobreza laboral son Quintana Roo, Ciudad de México, Tabasco y Baja California Sur.
Este aumento de la pobreza laboral es de una gravedad inusitada, y deja claro cómo es necesario incrementar los ingresos de los hogares. En ese sentido, el aumento del salario mínimo es una gran vía para buscar empujar los salarios generales y, por ende, los ingresos totales de las personas. A pesar de eso, si está buena medida no se acompaña con otras medidas de protección social o transferencias directas para los hogares más vulnerables y más afectados por la crisis, puede que a finales del 2021 estemos aquí nuevamente revisando cómo, a pesar del aumento del salario mínimo en el año, hay más pobreza laboral en el país.
Qué dicen los expertos
Economistas y catedráticos de la Universidad Nacional Autónoma de México realizaron recientemente una revisión de la literatura empírica internacional sobre el salario mínimo, así como una estimación de posibles impactos en precios de un incremento del mismo en México.
En cuanto a las investigaciones previas, la evidencia más contundente apunta a que cuando el incremento del salario mínimo es “modesto” y se tiene un nivel bajo de antemano los efectos de incrementar el salario mínimo en empleo son nulos.
La literatura ha encontrado que parte del efecto del salario mínimo se traslada a precios, pero también a mejoras de eficiencia dentro de cada empresa. Bajo ciertos supuestos, aumentar el salario mínimo 51% tiene un efecto de hasta 3% en precios, mejora ingresos salariales reales para trabajadores de bajos ingresos de 8% y una disminución de pobreza laboral de 4%.
El impacto en precios es menor si el incremento del salario mínimo no afecta a trabajadores con menos de un salario mínimo o menos trabajadores en el sector informal.
La discusión sobre el salario mínimo es altamente controversial. Uno de los argumentos favoritos de la iniciativa privada es que aumentar el salario mínimo causa desempleo. De hecho, sin necesidad de tomar un curso de economía, la intuición a primera vista pareciera mostrar que al pagar un salario mínimo mayor causaría incentivos a contratar menos trabajadores.
Sin embargo, la evidencia empírica internacional no concuerda con esa intuición. Esta división es tan contrastante que David Card, profesor de la Universidad de California, Berkeley y uno de los investigadores principales sobre los efectos del salario mínimo, ha declarado que “ha perdido muchos amigos por escribir sobre el tema”.
Es importante que la discusión sobre el salario mínimo en México esté basada en la evidencia empírica internacional, y con base en ella se puedan tomar decisiones informadas.
Evidencia empírica
La teoría simple de porqué el salario mínimo podría ser perjudicial para el nivel de empleo es sencilla. Un salario mayor motivaría a las empresas a contratar menos trabajadores. Este argumento es tan simple que los economistas no cuestionaron su validez sino hasta principios de la década de 1990.
El interés de los economistas en el tema renació en ese entonces ya que durante la década de 1980, el salario mínimo real en Estados Unidos disminuyó casi 25%. Los economistas se preguntaban qué efectos podría tener incrementarlo sobre el empleo, sobre el nivel de pobreza, y sobre la distribución del ingreso. Preguntas no muy lejanas a las que motivan la discusión sobre el nivel del salario mínimo en México al día de hoy.
Por otro lado, identificar el impacto del salario mínimo en el empleo no es un aspecto sencillo. Idealmente nos gustaría realizar experimentos como se hacen en otras ciencias para probar la causalidad de una variable sobre otra. En el caso del salario mínimo sería asignar un salario mínimo de forma aleatoria entre un grupo de empresas.
De esta forma podríamos comparar el empleo en las empresas con un salario mínimo mayor contra el empleo de las empresas con un salario mínimo menor. Obviamente, ese experimento ideal no es posible por cuestiones éticas y legales. Por tanto, en general, los investigadores dependen de eventos (lo que se conoce como “experimentos naturales”) que afectan a ciertos grupos y otros no. La credibilidad de esa comparación depende fundamentalmente de qué grupo se toma como el no intervenido.