Por: Men´s Health
¿Cuatro ponches con whisky? Tu hígado también los bebió. ¿Salsa picante? Tu hígado también la consumió y hubiera preferido que sólo comieras una tercera parte, pero como están juntos en esto… Lo importante aquí es que cada bocado y cada sorbo que das es procesado por el mismo órgano: el hígado.
Aunque es uno de tus órganos más grandes, los abusos durante la temporada de fiestas pueden abrumarlo y dejarte con daños a largo plazo. Si esto sucede, tendrás una menor capacidad para regular el azúcar en la sangre, procesar el colesterol y producir ciertas hormonas que necesitas… ya sabes… para vivir. Ayuda a tu hígado a recuperarse, lo merece.
1. EL PRIMER SORBO DE ALCOHOL…
Cuando tomas una copa o dos, tu hígado se pone a trabajar y realiza una clasificación: transforma el alcohol en inofensiva agua y dióxido de carbono, que luego orinas o exhalas.
También se aferra a cualquier cosa que pueda usar, como los antioxidantes en el vino o los carbohidratos en la cerveza. Todo el proceso es una obviedad para el hígado, pero el metabolismo del alcohol crea ácidos grasos en el camino, que se almacenan como triglicéridos (un tipo de colesterol) hasta que tu cuerpo puede agotarlos.
Por lo general, si comes y bebes cantidades razonables, tu cuerpo las usará sin problema. Hasta que…
2. UNOS CUANTOS TRAGOS MÁS…
“Si tomas de más en múltiples ocasiones, tu hígado sufre un shock con cada una y sufre para recuperarse”, asegura el médico Christopher Koh, investigador del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón de Estados Unidos.
Cuanto más bebes, más triglicéridos almacena tu hígado en el compartimento para “quemar más tarde”, hasta que éste sea tan grande que tu hígado no podrá lidiar con él. Esto causa inflamación y, finalmente, destruye las células hepáticas, dejando tejido cicatricial en su lugar (esto puede causar cirrosis, un problema que afecta cada vez a más personas entre los 25 y 34 años). Esto no está bien.
Sólo tres fiestas a la semana pueden ser suficientes para iniciar la inflamación, si cada una de estas salidas involucra más de cinco porciones de alcohol en un lapso menor a dos horas.
3. AHORA, ALGO DE COMIDA. MUCHA COMIDA
Ni siquiera es necesario que tomes alcohol para afectar tu hígado. Los alimentos que comiste durante la Navidad y el Año Nuevo (ya sabes, llenos de grasas saturadas, carbohidratos refinados o carne roja procesada) combinados con el aumento de peso asociado con las vacaciones pueden provocar la enfermedad hepática del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés).
Mientras tanto, esa grasa está causando el mismo caos que el alcohol (inflamación y la eventual cicatrización), sin la diversión. La NAFLD podría desarrollarse en sólo seis semanas si realmente te excedes.
CÓMO EMPEZAR A RESTAURARLO
Tu hígado realmente puede regenerarse, si dejas de maltratarlo. No necesitas un batido de carbón activado o una desintoxicación con jugo de betabel para lograrlo. Tu hígado naturalmente volverá a funcionar adecuadamente si lo dejas en paz.
Un mes más o menos sin una gota de alcohol (sin cerveza durante el partido, sin vino en la cena con los clientes) puede reducir el almacenamiento de grasa en el hígado y ayudar a controlar la inflamación.
Puedes deshacerte de parte de la grasa que causa la NAFLD mejorando tu dieta y reduciendo el tamaño de las porciones: perder el 5 por ciento de tu peso puede reducir la grasa en tu hígado hasta en un 30 por ciento.