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Mientras que el año pasado, 22 personas fueron linchadas y a 109 más les salvaron la vida
Exclusivas Puebla
Al menos siete personas, presuntos delincuentes, han perdido la vida en cuatro linchamientos consumados en diferentes municipios de la entidad poblana, donde turbas enardecidas han tomado justicia por propia mano sin que haya poder humano que lo evite, esto, ante la impotencia de las autoridades, tanto locales como estatales para solucionar un problema que cada vez se agrava más, la inseguridad. Entre los actos consumados, habitantes descontentos con la inseguridad que hay en sus comunidades, han privado de la vida a un total de siete personas, cuatro de ellas en el municipio de Yehualtepec, donde la ira de quienes decidieron parar en seco a los delincuentes, hizo que éstos fueran quemados vivos. Con el mismo sentimiento de ira, generada por la impotencia de sus autoridades para garantizar la seguridad de sus habitantes, provocó que, por otro lado, pobladores de San Martín Texmelucan, Juan C. Bonilla y de la junta auxiliar de La Resurrección en Puebla capital, acabaran también con la vida de presuntos delincuentes. Basta con recordar lo ocurrido la noche del pasado 23 de enero, donde habitantes de la comunidad de San Juan Tuxco, perteneciente al municipio de San Martín Texmelucan, sorprendieron a un joven de entre 20 y 25 años de edad, al parecer cuando intentaba robar una camioneta. Se presume que el joven iba acompañado de dos de sus cómplices, los cuales lograron darse a la fuga. Tras ser retenido por un grupo no mayor a 50 hombres, este sujeto fue sometido a una severa golpiza, propinada por una cantidad mayor de personas, esto, luego de que al lugar llegaron más habitantes. Los pobladores se negaron a entregarlo a las autoridades locales, fue más tarde cuando lo dejaron inconsciente y los policías de Texmelucan lograron atenderlo, pero ya era demasiado tarde, paramédicos confirmaron su deceso pese a que trataron de reanimarlo. Posteriormente, el 11 de febrero, vecinos de la comunidad de San Gabriel Ometoxtla, junta auxiliar de Juan C. Bonilla, lograron detener a un sujeto que había ingresado a robar a una casa, que, como en el primer caso, se dice que iba acompañado de otros secuaces, los que consiguieron darse a la fuga. Este hombre fue severamente golpeado hasta que los habitantes de esa junta auxiliar lo privaron de la vida. Una vez muerto, permitieron la entrada a los cuerpos de seguridad y rescate para que atendieran a la víctima de esa turba enardecida. En este caso, las autoridades ministeriales habían prometido que irían en contra de quienes habían matado al delincuente, ya que eso había sido también un homicidio premeditado con alevosía y ventaja. Pero nunca hicieron algo al respecto y el caso quedó, como muchos, en la impunidad. Casi un mes después, el 17 de marzo, un hombre de 33 años de edad, que fue identificado como Pascual López Sánchez, mejor conocido como “El Recio”, mismo que asolaba a los habitantes de la junta auxiliar de San Miguel Canoa, fue sorprendido por vecinos de la tercera sección de esa junta, cuando le arrebataba sus pertenencias a un menor de edad, lo que provocó la ira de una decena de personas que lograron detenerlo, pero que, a su vez, llamaron al resto de los vecinos, que al saber del aseguramiento del citado ladrón, a quien ya lo conocían, decidieron salir de sus casas para darle un escarmiento. En este lugar, la ira de los vecinos fue tal que, tras haber golpeado al sujeto hasta el cansancio, le rociaron gasolina y prendieron fuego. Aunque no se había cumplido con el cometido de los residentes de esta junta auxiliar, Pascual fue encontrado por paramédicos en un camino vecinal; presentaba huellas de haber sido brutalmente golpeado, además de que tenía severas quemaduras en casi todo su cuerpo. Aún con vida, fue trasladado de urgencia al Hospital de Traumatología y Ortopedia para su atención médica debida, pero Pascual no resistió a las múltiples lesiones y quemaduras que le infirieron los vecinos de esa junta auxiliar y sucumbió al día siguiente por la mañana. De esta manera, los poblanos han hecho justicia por propia mano, y pese a que es también un delito, es una barbarie que se comete de manera continua, pues desde el año pasado, Puebla ocupa el deshonroso primer lugar en este tipo de casos, luego de que, durante el 2017, se registraran un total de 22 decesos a manos de turbas enardecidas, además de que a 109 más, les salvaron la vida de milagro, cuando las autoridades competentes lograron rescatarlos de esas masas endemoniadas que no las paran ni los párrocos de las poblaciones.