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Por: Padres e hijos.
Cuando un perro llega a nuestro hogar, cada miembro de la familia puede tener un concepto muy distinto sobre lo que significa su compañía: papá y mamá pueden pensar en las responsabilidades que implica, mientras que los niños se enfocan en el cariño y la diversión que un perro les otorga.
No obstante, un perro va más allá de todo esto: este es un animal que tiene un vínculo especial con los seres humanos y que, al llegar a un hogar, sabe que forma parte de un grupo. Al ser así, también adquiere responsabilidades aunque sus dueños no se las hayan impuesto como un entrenamiento. Los perros, por así decirlo, están programados para ser leales y responsables de la seguridad de la familia.
Además, conforme a la manera en que funciona su familia, los perros adoptarán diversas costumbres y también gestos que enriquecerán el entorno familiar, por lo cual, nos transmiten enseñanzas día con día:
- Un perro siempre esperará a que llegues a casa, y cuando cruzas la puerta, es el primero en saludarte.
- Cualquier momento es bueno para salir a dar un paseo.
- Los perros nos enseñan a ser nosotros mismos, sin importar las apariencias.
- Nos enseñan que, a pesar de las responsabilidades, siempre debemos descansar y tomar una siesta.
- Cada aventura hay que tomarla con emoción.
- Todos los perros, al levantarse, se estiran. ¡Por algo ha de ser!
- Saben que morder no siempre es necesario, con un gruñido basta para corregir algo.
- Jamás olvides de hacer tus labores algo divertido.
- Cuando haga calor, toma agua.
- Cuando estés feliz, exprésalo con todo tu cuerpo.
- El amor y la fidelidad hacen a la familia.
- Sé perseverante: corre, salta, pero nunca te detengas.
- Lo más valioso que tengas, guárdalo donde sólo tú sepas. Ya sea un hueso… o un secreto.
- Y si alguien se siente mal, haz como tu perro: acércate, quédate en silencio, escucha y hazle saber con una caricia que siempre estarás ahí.