La bailarina mexicana actuará en la emblemática pieza de “El Cascanueces” en la ciudad de San Francisco, donde labra su camino hacia una de las mejores compañías estadounidense
La Razón
Cuando Paula Álvarez afirma que “no hay nada mejor que vivir de lo que te apasiona”, remonta sus recuerdos 12 años atrás, cuando fue invitada a participar con el grupo avanzado de la Academia de Ballet donde comenzó sus primeros pasos. Tras probar “aquello mágico” que hay en el escenario, las luces, la música, los vestuarios, los nervios, y luego, los aplausos, “comprendí de inmediato que quería ser bailarina”. Hoy, Paula Álvarez se encuentra como muchos mexicanos en el extranjero, en la lucha diaria por conseguir un lugar en las artes escénicas, que le permita forjarse un nombre al igual que lo han hecho otros bailarines mexicanos como Isaac Hernández y su hermano Esteban, lo mismo que Elisa Carrillo. Su meta es seguir aprendiendo de gente como Wendy Whelan, “una artista fuera de serie con quien he tenido la oportunidad de hablar; ella es un ser humano ejemplar”, o Tiler Peck, Ashley Bouder, Angélica Generosa y David Hallberg, entre otros. Nacida en la Ciudad de México hace 25 años, Paula Álvarez inició su formación en la Escuela de Ballet San Ángel Inn, donde participó hasta 2013, antes de iniciar su desarrollo profesional en Nueva York, en la Joffrey Ballet School donde, ha impartido clases de verano a niños y niñas de entre 3 y 8 años, para financiar su estancia, a la espera de su visa de artista para continuar su trayectoria en suelo estadounidense. Dice Paula Álvarez que desde que empezó y hasta la fecha, bailar es su escape del mundo.
“Nada me hacía más feliz que estar en un estudio y enfocarme en la mejora personal. Ahora puedo compartir mi pasión por la danza con otras personas y tal vez hacerlas sentir como yo me siento en el estudio: en paz”. Paula Álvarez inició el año pasado su primera gran oportunidad profesional en el Menlowe Ballet que se presenta en el sur de San Francisco, California, con seis roles entre los primero y segundo actos de la obra “El Cascanueces”, donde representó a la Patinadora, el Muñeco Oso Panda, y fue solista de Copos, de Españolas, Rusos y Flores. “Como bailarina quiero ser la mejor versión de mi misma, y seguir trabajando para cumplir una meta a la vez; en esta carrera y en la vida nunca se deja de trabajar para ser mejor. Disfruto mucho el reto de corregir mis errores para mejorar”, expresa Paula Álvarez. La Pacific Northwest Ballet de Seattle es el referente en el Oeste de los Estados Unidos, de la New York City Ballet en el Este. Hoy por hoy, su objetivo es llegar a tener un trabajo ahí y poder continuar su pasión por la danza, “porque no hay nada mejor que vivir de lo que te apasiona”.