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La escritora brasileña quedó seleccionada por el programa Residencia de Escritores del Malba (REM) y pasará las próximas semanas en Buenos Aires. En el departamento de Palermo donde ahora se aloja, recibió a Infobae Cultura y habló de literatura, internet y política
Infobae
Luisa Geisler es brasileña pero no se nota. Su aspecto y sus gestos escapan a cualquier tipo de cliché. Al tocar el timbre de un edificio antiguo sobre la calle Paraguay, casi esquina Juan B. Justo, en la Ciudad de Buenos Aires, aparece ella: alta, blanca, seria. Saluda con un beso e invita a subir. Hace 27 años nació en Canoas, pero vive en Porto Alegre, veinte kilómetros al sur. Ahora, y por cinco semanas, estará acá, en Argentina, ya que ha quedado seleccionada por el programa Residencia de Escritores del Malba (REM), una iniciativa de Malba Literatura con el apoyo de Ediciones Ampersand. Sobre la mesa que nos separa, uno de sus libros: Las luces de emergencia se encenderán automáticamente, traducido al español por la editorial Blatt & Ríos. No es el único ni el último, ha publicado también Cantos de mentira y Quizás.
Por la cercanía de su ciudad, ha venido varias a veces a la Argentina. Sin ir más lejos, el año pasado participó de la Feria del Libro. “Me encanta Buenos Aires. Es como una versión más civilizada de Porto Alegre, hay librerías por todas partes”, dice en español y no puede evitar reírse. Tiene una relación de mucho respeto con los idiomas. Va tejiendo hilos hacia las distintas lenguas. Lo hace lentamente, con minuciosidad. Trabaja como traductora de inglés y el español lo habla a la perfección. También lee mucho en francés. “El italiano ya no; sabía, pero lo fui olvidando”, cuenta. Sin embargo escribe en portugués. Ese es su terreno. Allí batalla tenazmente con las palabras. Se sienta frente a su computadora y teclea con convicción. Dato de color: prefiere hacerlo offline. “Pongo todo en modo avión —confiesa—. Para mí internet es muy tentador. Voy a chequear una pavada en el diccionario y dos horas después estoy viendo videos de delfines en una playa y no sé por qué. No sé cómo controlarme”. Pero la historia afectiva entre Luisa Geisler y la literatura empezó antes: de niña y con mucha libertad. “Por negligencia parental”, dice con una sonrisa. Suspira, como quien está a punto de sumergirse en un recuerdo, y continúa: Mis padres tenían muchos libros. Y de chica nunca hubo jerarquía.
Para mí los libros eran accesibles y estaba esta libertad de que hiciera lo que quisiera. Si leía algo y no me gustaba, cerraba el libro y agarraba otro. Empecé a leer desde muy chica, porque era una chica muy tímida y un poquito rara. Cuando llegué a la adolescencia leía de todo: bestseller, Stephen King… una vez intenté leer el Infierno de Dante cuando tenía trece años y no entendí nada. En esa época descubrí mi libro favorito: Gran Sertón: Veredas de João Guimarães Rosa, que es muy experimental, un ícono modernista, y sabía que había algo a entender que todavía no había entendido. —¿Y a escribir? ¿Cuándo empezaste? A los trece más o menos. Escribía de todo: poesías malas, diarios íntimos, fan fiction de Harry Potter.
Los fan fiction me gustaban porque podía crear pero lo hacía en base a un universo ya creado. Como los niños cuando se tiran a nadar con esos bracitos inflables. Empecé como algo muy tímido y muy anónimo. Dejé de escribir eso como a los 17. Intenté buscarlos pero no los encontré. Era otra época de internet, donde no todo estaba tan ligado a Facebook o Google. Hasta que empecé a hacer un taller de literatura cuando terminé el secundario, la educación básica. ¿Hubo un acercamiento a la literatura argentina? —Sí. Cuando empecé a leer Borges y Cortázar, los primeros escritores hispanohablantes que leí, me empecé a sentir latinoamericana. Brasil muchas veces le da la espalda a Latinoamérica. Entonces descubrí que no era especial o distinta, quería ser parte y me encantó. Pero también muchos autores brasileños me hicieron dar cuenta de que no había un cambio súbito de cultura ni nada. —¿Es una barrera idiomática o hay algo más? —No sé si es solamente el idioma. Entiendo que a las personas que hablan español y nos escuchan hablando en portugués les suena muy raro. En cambio nosotros entendemos un poco, no es tan difícil. Es una explicación fonética; el portugués tiene más fonemas entonces en español algunos fonemas suenan raros. Pero me parece que es algo cultural.
Brasil todavía no entiende a Latinoamérica, no entiende cuál es su parte en ese todo. Porque muchos países latinoamericanos tienen historia común con las colonizaciones, pero en Brasil es muy distinto porque quiere agradar a Portugal, quiere que Europa lo vea bien, pero con lo regional no se comporta igual. Me parece algo mucho más cultural que idiomático. ¿Por qué elegiste, consciente o inconscientemente, la literatura? —Creo que la elegí porque es la más barata. Es importante que yo sepa que si algo sale mal es por mi culpa. Me pasa con los deportes: odio los deportes en equipo. Es difícil para mí manejarme con mucha gente.