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Eduardo Sánchez
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se encuentra en vías de seleccionar a su candidato a la gubernatura del estado, hecho que ha traído discrepancias entre la militancia y sus líderes; aunque el panorama para el partido no figura de forma desalentadora, ya que los últimos acontecimientos de la política local han mermado la imagen de algunos personajes de otros institutos políticos, mismos que han visto fraccionar las alianzas constituidas el año pasado.
Aunque el PRI no se salva de estas situaciones, podría ser el partido más beneficiado, no sólo para contender en la elección extraordinaria, sino también para darse un respiro y buscar renacer después de largos años de no poder ostentar el poder en la entidad. Su participación el año pasado los dejó con pocos espacios en el Congreso (únicamente cuatro curules) y sin un candidato que pudiera hacer frente a la panista Martha Erika Alonso y al morenista, Luis Miguel Barbosa, aunque sí pudieron rescatar gran número de ayuntamientos. A partir de ese momento, Morena se colocaría como la nueva fuerza política, seguida del PAN, pero las destituciones y los destapes en estos partidos durante el último mes han servido como respiro para los priistas, que ya han conformado un pacto de unidad para su proceso interno.
En este ámbito, son tres los aspirantes que decidieron dar pie a su alianza para no incurrir en agresiones o descalificaciones mutuas, hablamos de Ricardo Urzúa Rivera, Alberto Jiménez Merino y Lorenzo Rivera Sosa. El primero es quien ha recibido más apoyo de la militancia, incluso del bloque marinista, que por cierto fue la última administración del tricolor en gobernar Puebla antes de la llegada del morenovallismo y que tras los fallecimientos del ex gobernador y su esposa volvió a ver la luz de la política.
Urzúa fue diputado local, diputado federal y senador suplente, así como ha logrado crear una fortuna como empresario. Sin embargo, no podría ser la mejor opción para el partido, ya que también cuentan con Enrique Doger, personaje con la suficiente fuerza para poder levantar al PRI y buscar dar pelea en la elección. Recordemos que Javier López Zavala y Enrique Doger revelaron en días pasados sus aspiraciones por la candidatura, aunque la triada antes mencionada y sus respaldos los han mermado en participación. Doger estaría repitiendo como candidato del PRI y para bien o para mal, es el mejor posicionado del partido, con trayectoria política, académica y administrativa, pero significaría un gran obstáculo para los intereses de Mario Marín, quien se encuentra apoyando a Urzúa.
Pero no hay que olvidar que, de acuerdo con la dirigencia estatal, será el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) el encargado de la designación directa de su candidato. El pasado 6 de febrero presentaron a Gilberto Gutiérrez Sánchez como delegado general del CEN en Puebla. Esta acción podría ser una mala jugada para la militancia local por lo que han pedido un “piso parejo” en el proceso de elección. Sin embargo, parece que las dirigencias nacional y estatal se encuentran pensando en otros rumbos para el partido, antes de pensar ganar la gubernatura. Por ejemplo, a inicios de mes, Urzúa descartó que el partido buscara una alianza con el PAN o cualquier otro partido político para el proceso de elección.
En contraste, este fin de semana Javier Casique Zárate, dirigente estatal, dio a conocer en una entrevista para El Sol de Puebla que ya se está trabajando en una megacoalición. La noticia al parecer fue tomada por el CEN nacional, buscando a los partidos que formaron parte de la coalición “Por Puebla Al Frente” y que a principios de año anunciaron no irían con el PAN para la elección extraordinaria, descartando también a partidos que formaron parte de “Juntos Haremos Historia”.