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Hace unos días, Milan Kundera cumplió noventa años. No hace falta decir quién es; muchos, al menos alguna vez, han oído hablar de él. Nació en Moravia, República Checa, en 1929. Como su padre fue un destacado musicólogo, pianista y director de la Academia de Música de Brno hasta 1961, él le siguió los pasos: estudió musicología y composición musical, sin embargo al terminar el secundario comenzó a estudiar literatura y estética en la Universidad Carolina de Praga. Dos semestres duró y se cambió a la Facultad de Cine de la Academia de Praga. Fue profesor de historia del cine durante más de diez años. No todo fue arte. La política también irrumpió en su vida. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, se afilió al Partido Comunista, aunque terminó siendo expulsado por presuntas actividades “contra el partido”.
De ese episodio, que su amigo Jan Trefulka también sufrió a su lado y lo escribió en una obra, Kundera sacó el material para publicar su primera y célebre novela, La broma, en 1967, una sátira del comunismo estalinista. Ese mismo año se casó con Vera Hrabankova y, al siguiente, llegó la censura: se prohibieron sus obras en la entonces Checoslovaquia. Entonces volvió la música. Se tuvo que ganar la vida como pianista de jazz. Corría el año 1975 cuando decidió emigrar a Francia. Allí se quedó desde entonces. En 1981 obtuvo la ciudadanía. Dio clases de literatura en la universidad y desde 1993 escribe sus obras en francés. Antes de asentarse en el país galo escribió varias obras: su segunda novela, La vida está en otra parte, de 1969, fue galardonada con el Premio Médicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia durante el año de su aparición, 1973.