Entre los intoxicados también se cuentan ocho docentes, dos conserjes y un padre. La policía, que desconoce la sustancia empleada, no ha señalado a ningún sospechoso
“Algunas personas desconocidas entraron en la escuela femenina del distrito de Sancharak y envenenaron las clases”: Portavoz de la policía en la región de Sar-e-Pol
El ataque en Afganistán se produce meses después de que se conociera una oleada de envenenamientos masivos de niñas en más de 90 escuelas -según datos de la ONU del 16 de marzo- del vecino Irán
El País/ABC
Al menos 82 niñas afganas han sido hospitalizadas tras ser envenenadas en dos escuelas en el norte del país. Ambos centros educativos se ubican en la provincia de Sar-e-Pol, según han informado la policía y las autoridades educativas del país este lunes. El ataque se produce después de que el régimen talibán incrementara el control sobre la educación femenina y prohibiera el acceso a las mujeres a secundaria y a la universidad. Hace dos meses, cientos de niñas también fueron intoxicadas en centros educativos, esta vez en el vecino Irán.
El primero de los ataques, en el que resultaron afectadas 56 alumnas, se produjo el pasado sábado. Además de las niñas, también sufrieron intoxicaciones tres maestras y un maestro, dos conserjes y un padre. El domingo se produjo un segundo envenenamiento del que fueron víctimas otras 26 niñas y cuatro profesoras, informa la agencia Efe.
“Algunas personas desconocidas entraron en la escuela femenina del distrito de Sancharak y envenenaron las clases”, ha relatado el portavoz de la policía en la región de Sar-e-Pol a la agencia Reuters sobre el ataque del sábado. “Cuando las niñas llegaron, se intoxicaron”, prosiguió el agente que, sin embargo, no ha explicado qué sustancia se utilizó para cometer el ataque ni quiénes son los sospechosos de haberlo perpetrado. Hasta el momento, según el portavoz, ninguna persona ha sido detenida. Las niñas tuvieron que ser hospitalizadas, aunque, según la policía, “se encuentran en buenas condiciones”.
Antes de la retirada de la coalición internacional y la vuelta al Gobierno de los talibanes, en agosto de 2021, ya se habían producido algunos envenenamientos masivos contra niñas en centros educativos. El Ejecutivo fundamentalista ha prohibido el acceso de las mujeres a la educación secundaria y universitaria desde que retomó el poder, pese a las condenas de organizaciones internacionales y de derechos humanos y la oposición de parte de la población. La única educación femenina permitida es la primaria, hasta los 12 años.
GAS TÓXICO
El ataque en Afganistán se produce meses después de que se conociera una oleada de envenenamientos masivos de niñas en más de 90 escuelas -según datos de la ONU del 16 de marzo- del vecino Irán que obligaron a ingresar a cientos de menores en hospitales por el uso de algún tipo de gas tóxico contra ellas. Los ataques se produjeron en Qom, la ciudad santa del chiismo, aunque también en otro veintenar de provincias, incluida la de la capital, Teherán. Al principio, la reacción de las autoridades iraníes fue la de minimizar lo sucedido y atribuirlo a fugas de monóxido de carbono, pero finalmente, ante la presión popular, se abrió una investigación ante “la posibilidad de actos criminales y premeditados”.
El miedo a nuevos ataques llevó a numerosas familias a impedir que sus hijas fueran a clase, según la prensa crítica con el régimen de Teherán. El absentismo de las niñas ha provocado el cierre de varios centros educativos en Qom, donde se concentran al menos una decena del casi centenar de ataques de este tipo.
AL MENOS 1,200 ALUMNAS AFECTADAS EN IRÁN
En el caso de Irán, desde noviembre son al menos 1.200 las estudiantes afectadas, según un informe de la ONU, en las 91 escuelas atacadas en 20 provincias diferentes. El organismo internacional emitió un comunicado en marzo en el que denunció que “si bien se acaban de anunciar los arrestos, seguimos profundamente preocupados por el hecho de que, durante varios meses, las autoridades estatales no solo no investigaron rápidamente los ataques, sino que los negaron repetidamente hasta hace poco”. Amnistía Internacional (AI), elevó la cifra de víctimas a 13,000 y recogió que los principales efectos fueron “tos, dificultades respiratorias, irritación en la nariz y la garganta, palpitaciones, cefalea, náuseas, vómitos y extremidades entumecidas”. Las autoridades atribuyeron “más del 90 por ciento” de los casos a “problemas de estrés” de las estudiantes.
La activista de derechos humanos, Sodaba Bayani, declaró a la cadena CBS que “son los talibanes quienes usan productos químicos para asustar a la gente y de alguna manera evitar que los padres dejen que sus hijas vayan a la escuela, como ha ocurrido tantas veces en Irán”.
MUJERES SIN EDUCACIÓN
Desde que retomaron el poder en Kabul, los talibanes consolidan paso a paso un emirato cada vez más parecido al de finales de los noventa en el que no ven con buenos ojos la educación femenina. Unas de sus primeras decisiones fue el cierre de las puertas de los centros de educación secundaria para niñas y poco después se prohibió a las mujeres el acceso a las universidades.
Estas decisiones en materia educativa han llegado acompañadas de otras medidas como la prohibición de hacer deporte, el cierre del Ministerio de Asuntos de la Mujer para poner en lugar el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, la prohibición de viajar más de 72 kilómetros sin compañía de un hombre de la familia y la de aparecer en series de televisión o películas y hablar por la radio.
Antes de este doble ataque contra escuelas, la provincia de Sar-e-Pol era conocida por ser el lugar en el que la empresa china CAPEIC (Xinjiang Central Asia Petroleum and Gas Company) instalará una reserva petrolífera, fruto del primer gran acuerdo de inversión extranjera desde la toma de poder talibán en 2021.