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El presidente de Francia se encuentra en plena negociación para mejorar las condiciones de sus ciudadanos ante las protestas
AFP
El presidente francés Emmanuel Macron anunció el lunes una serie de medidas para atajar la crisis de los “chalecos amarillos”, que incluyen un aumento en 100 euros del salario mínimo, una exención de impuestos para algunos jubilados y una prima de fin de año en las empresas “que puedan”. “Mi única preocupación son ustedes, mi única lucha es por ustedes”, dijo el jefe de Estado, al concluir un esperado discurso de casi 13 minutos desde el palacio presidencial del Elíseo. Los ‘chalecos amarillos’ opositores a las medidas económicas de Macron siguieron cada palabra de su mensaje a la nación. En 2018, el salario mínimo mensual en Francia es de 1 mil 498 euros brutos y 1 mil 185 euros netos (34 mil 526 pesos mexicanos y 27 mil 312 pesos) y estaba previsto para enero un aumento de 1.8%, que los manifestantes del movimiento “chalecos amarillos” consideraban muy poco para el alto costo de vida en el país. Macron, con aspecto tenso, también dio marcha atrás de un impopular aumento en los impuestos a los jubilados que fue introducido por su gobierno, sin subir las pensiones. Esta exención al aumento del impuesto por cotizaciones sociales se aplicará a quienes ganen menos de 2 mil euros (46 mil 96 pesos).
Entre los gestos hacia la clase trabajadora, Macron también pidió a las empresas “que puedan” que paguen a sus empleados una prima de fin de año también exenta de impuestos y cargas sociales. Queremos una Francia donde se pueda vivir dignamente del trabajo. Pido al gobierno y al Parlamento hacer lo necesario para ello. Volviendo a las razones de la crisis, Macron habló de “40 años de malestar que resurgen” y admitió que entendía como “justa en muchos aspectos” la ira de los “chalecos amarillos”. En lo que pareció un acto de mea culpa agregó que era consciente de haber “herido” a sus compatriotas con ciertas declaraciones, dijo en referencia a quienes lo tildan de arrogante y de ser “el presidente de los ricos”. Afirmó que se sentía “responsable” por no actuar lo suficientemente rápido para reformar el país y así ayudar a los más pobres de la sociedad. Estas medidas fueron acogidas con decepción por los “chalecos amarillos” interrogados en las cadenas de televisión o en varios lugares del país. Aunque algunos reconocen que el presidente hizo “gestos”, consideran que son medidas “insuficientes” o “incompletas” para frenar las protestas. “Esta vez, hay realmente un avance. A medida que iba hablando, yo sonreía más”, dijo Erwan, uno de los portavoces del movimiento en Rennes (oeste). Pero Pierre-Gaël Laveder, manifestante en Montceau-les-Mines (centro), “Cada anuncio fue abucheado y la primera reacción fue: ‘Se burlan de nosotros’”, afirmó. El presidente celebró el lunes por la mañana una reunión en el Elíseo con 37 personas, entre ellas el primer ministro Edouard Philippe y 12 miembros del gobierno, así como con sindicalistas, miembros de la patronal, presidentes de la Asamblea Nacional y el Senado y responsables locales.
“NINGUNA INDULGENCIA”
El jefe de Estado francés, casi no ha dicho palabra desde desde las violentas manifestaciones del 1 de diciembre y los inauditos enfrentamientos bajo el Arco de Triunfo en París. En el cuarto sábado de movilizaciones, participaron unos 136 mil manifestantes y se saldó con un número récord de detenciones, más de 320 heridos y numerosos daños en ciudades como París, Burdeos y Toulouse. “Esta violencia no se beneficiará de ninguna indulgencia”, advirtió Macron al principio de su alocución. En total, desde el 17 de noviembre se detuvieron a 4.523 personas en todo el país, informaron el lunes fuentes policiales.