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El País
El año 2022 estaba llamado a ser el punto de partida de un mundo pospandemia. Pero el recorrido del coronavirus por el alfabeto griego a la búsqueda de nuevas variantes ha hecho añicos en los últimos meses todas las previsiones formuladas por los organismos internacionales.
“Asumimos que las medidas de contención serán marginales a finales de 2021″, planteaba la Comisión Europea en febrero. “Las presiones inflacionistas seguirán contenidas en la mayoría de países”, pronosticaba dos meses después el FMI. La pandemia dejó en nada todos esos augurios.
Instituciones y analistas prevén que 2022 sea un año de fuerte crecimiento, pero acompañan sus previsiones de multitud de pies de página, cada uno de los cuales constituye un riesgo para la recuperación: nuevas restricciones a los viajes, más problemas de distribución, los cuellos de botella o una inflación más persistente de lo esperado.
Ómicron es ahora el principal interrogante
Las sucesivas oleadas de coronavirus han ido desdibujando el rápido rebote económico que se esperaba para 2021. Sobre todo en Europa, cuyos países han reaccionado a cada avance del virus con nuevas restricciones.
Después de que EE UU y China hayan recuperado ya todo lo perdido el año pasado, la UE debía hacerlo en este último trimestre del año. Pero ni eso está claro. El instituto Ifo ha previsto que Alemania, la gran locomotora europea, se contraiga en la recta final del año un 0,5% y su economía no recupere el tamaño que tenía antes de la pandemia hasta mediados del año que viene.
“En verano de 2022 se producirá una fuerte recuperación a medida que la ola de coronavirus ceda y los cuellos de botella de suministro vayan terminando gradualmente”, sostiene el economista del Ifo Timo Wollmershäuser.
El impacto de las nuevas variantes del virus y las restricciones que adopten los gobiernos en el mundo serán el principal condicionante del crecimiento de 2022. La situación, no obstante, no es idéntica a años anteriores: las vacunas constituyen un dique de contención allí donde se han desplegado y las economías han aprendido a convivir con el virus.
“Afortunadamente, creemos que no va a ser como en 2020 y que por fin podemos pasar página de ese capítulo catastrófico. Pero el virus va a seguir siendo el factor determinante”, afirma Ángel Talavera, analista de Oxford Economics.
Las últimas previsiones, formuladas por la OCDE justo cuando se detectaban los primeros casos de la variante ómicron, apuntan a que el mundo crecerá un 4.5% en 2022. El organismo con sede en París augura que la zona euro se expandirá un 4.3% y EE UU avanzará un 3.7%.
El mundo ha pasado, no obstante, del frío de 2020 al sobrecalentamiento de 2021. Los bancos centrales, que salvaron a las economías empleando todo su arsenal, esperan niveles elevados para principios de 2022 y mucho más moderados a finales de año, a medida que los precios de la energía se relajen, los cuellos de botella en la producción se deshagan y los problemas de suministro vayan desapareciendo. De nuevo, mucho de eso dependerá de la situación sanitaria: desde que los trabajadores puedan ir a la fábrica a que no se impongan más restricciones a los viajes.
La incógnita de China
Los analistas de BNP Paribas creen que el alza de precios ha tocado ya techo en la zona euro, con una inflación media del 4.3%, y que lo hará en Estados Unidos en el arranque de 2022, cuando llegará al 6,8%. “Esperamos que el IPC llegue en el primer trimestre [en EE UU] a su máximo nivel desde 1982”, sostiene el informe.
Sin embargo, prevén que todas esas tensiones vayan relajándose a lo largo de 2022 hasta situarse entre el 2% y el 2,5% a ambos lados del Atlántico a finales del ejercicio. De ello dependerá sobre todo la evolución del precio de la energía. “En noviembre, la tasa de variación del componente energético representó más de la mitad de la inflación general”, afirmó en su última rueda de prensa del año la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.
Por ahora, todo apunta a que las tensiones seguirán al menos a comienzos de este año: los futuros del mercado del gas apuntan a un primer trimestre todavía en máximos, mientras que la OPEP cree que la variante ómicron no frenará la subida de la demanda de crudo.
Diversos informes advierten sobre la falta de liderazgo que hoy caracteriza al mundo, ya que las dos grandes potencias mundiales, EE. UU. y China, enfrentan divisiones políticas y obstáculos en materia comercial y económica que les impide maniobrar y tener el liderazgo en sus manos, algo que no es bueno y que impacta de manera colateral al resto de países y economías.
El 2021 terminó con un nuevo pico global de contagios de covid-19, y aunque dado el aumento de casos por la variante ómicron no se ve cerca el fin de la pandemia, se ha observado que los niveles récord de las infecciones están encontrando poblaciones altamente vacunadas, reforzadas por más vacunas disponibles y tratamientos efectivos que minimizan severamente los riesgo de hospitalización y muerte, lo que lleva a concluir que es probable que en poco tiempo la pandemia por el Covid se convierta en endémica y el planeta pueda empezar a pasar la página de la enfermedad.
Sin embargo, el informe advierte que esto podría verse estancado globalmente ante la brecha de vacunación entre países ricos y pobres y ante las políticas de cada país para contener el avance de la enfermedad.